CDMX. La nomofobia se ha convertido en un fenómeno global. En una era donde el teléfono móvil es esencial para trabajar, comunicarse y entretenerse, esta adicción al celular afecta cada vez a más personas, muchas veces sin que lo noten. Conoce qué es, cómo se manifiesta y por qué se considera un problema de salud.

La nomofobia, que ha ganado relevancia especialmente después de la pandemia, está estrechamente relacionado con el auge del trabajo remoto, la hiperconectividad y los cambios en los hábitos de comunicación.

¿Qué es la nomofobia?

La palabra nomofobia proviene del inglés no-mobile-phone phobia y describe un estado de ansiedad que aparece cuando una persona no puede usar su teléfono celular.

Puede tratarse de situaciones tan simples como olvidar el dispositivo en casa, quedarse sin batería o perder la señal de internet.

Este fenómeno no es solo una molestia pasajera. En casos graves, la ansiedad por el teléfono puede afectar el bienestar emocional y las relaciones personales.

La necesidad de estar constantemente conectado, revisar notificaciones y mantener el acceso a redes sociales genera una sensación de urgencia y dependencia que impacta directamente en la salud mental.

¿Quiénes son más vulnerables a la nomofobia?

Diversos perfiles presentan mayor riesgo de desarrollar nomofobia:

Adolescentes y jóvenes adultos: Son los más expuestos a la hiperconectividad, especialmente por el uso intensivo de redes sociales y aplicaciones de mensajería.

Personas con tendencias obsesivas: Aquellos que revisan constantemente sus dispositivos en busca de notificaciones nuevas.

Usuarios con malos hábitos de sueño: La exposición a pantallas antes de dormir reduce la calidad del descanso, lo que refuerza la dependencia.

Un dato destacable: los millennials son uno de los grupos más afectados. Prefieren los mensajes de texto y las interacciones digitales por encima de las llamadas o el contacto cara a cara, lo que amplifica su necesidad de tener el celular siempre a la mano.

Consecuencias de la adicción al celular

La nomofobia no solo tiene efectos emocionales, sino también físicos y sociales. Algunos de los impactos más comunes son:

Trastornos del sueño: La exposición a la luz azul de las pantallas antes de dormir altera el ciclo circadiano y reduce la calidad del descanso.

Problemas musculares: El uso prolongado del celular puede causar tensión en las manos, cuello y espalda, e incluso derivar en el síndrome del túnel carpiano.

Aislamiento social y deterioro emocional: La constante atención al dispositivo puede debilitar las relaciones personales, reducir la concentración y aumentar los niveles de ansiedad, estrés y depresión.

Además, el uso excesivo del celular durante reuniones, comidas o actividades familiares puede afectar la calidad del tiempo compartido, deteriorando vínculos y generando conflictos interpersonales.

¿Cómo prevenir y tratar la nomofobia?

Superar la nomofobia no implica dejar de usar el celular, sino establecer límites saludables en su uso diario. Algunas estrategias recomendadas por expertos en salud mental digital son:

Definir horarios sin pantallas: Evitar el uso del celular antes de dormir y durante las comidas mejora la calidad del sueño y favorece la atención plena.

Crear zonas libres de tecnología: Excluir dispositivos móviles del dormitorio o de espacios destinados al descanso puede contribuir al bienestar mental.

Reducir las notificaciones: Desactivar alertas innecesarias y activar el modo silencioso o en escala de grises ayuda a disminuir la compulsión por revisar el teléfono.

Fomentar actividades offline: Invertir tiempo en leer, hacer ejercicio, practicar algún hobby o socializar cara a cara contribuye a romper el ciclo de dependencia digital.

Consultar con un especialista: En casos más severos, las terapias cognitivo-conductuales (TCC) han demostrado ser efectivas para modificar patrones de pensamiento y comportamiento relacionados con la adicción tecnológica.

Con información de Excelsior.