CDMX. Después de diez años de perseguir una porción del mercado mexicano de telecomunicaciones, AT&T ha decidido que es hora de irse. El gigante estadounidense, que alguna vez soñó con romper el dominio de Telcel y transformar el sector en México, prepara discretamente su retirada, según reveló El País México, citando a fuentes de Bloomberg.

La empresa ya trabaja con asesores para poner en venta su operación mexicana, con la esperanza de obtener más de 2,000 millones de dólares por una apuesta que, en su momento, costó cinco veces más. Entre 2014 y 2015, AT&T invirtió más de 10,000 millones de dólares para adquirir Iusacell y Nextel México, una jugada ambiciosa que nunca se tradujo en liderazgo, ni siquiera en una amenaza seria para el emporio de Carlos Slim.

A pesar de haber llegado en un momento propicio —cuando las reformas estructurales del gobierno de Enrique Peña Nieto abrían el mercado a la competencia—, AT&T nunca logró despegar. El terreno estaba minado: Telcel mantenía más del 60 % de participación y el ecosistema regulatorio no resultó tan favorable como se esperaba. La competencia, lejos de dinamizarse, terminó por sofocar a los nuevos jugadores.

Durante su estancia, las fricciones con América Móvil fueron constantes. En 2022, los roces se agudizaron cuando AT&T fue señalada por obstaculizar el acceso de su rival a una licencia de televisión. Más recientemente, la firma estadounidense vendió su participación en Sky México a Televisa, lo que ya anunciaba un cambio de estrategia.

La huida no es un caso aislado. Telefónica, operando como Movistar, ya había iniciado su retirada técnica desde 2019, optando por alquilar la red de AT&T en lugar de seguir invirtiendo. Hoy, ambas compañías parecen asumir que el sueño mexicano es más costoso que rentable.

Mientras tanto, AT&T ha optado por apostar fuerte en su mercado doméstico. Ha redoblado inversiones en infraestructura de fibra óptica y en servicios integrados de telefonía e internet residencial, dejando atrás el entusiasmo por conquistar América Latina.

La salida de AT&T, si se concreta, cerraría un ciclo de promesas incumplidas y expectativas truncadas, pero también plantea una pregunta inquietante: ¿quién podrá, en serio, competir en un mercado tan concentrado?

Con información de Más Información.