Culiacán, SIN. A un año del estallido de la disputa abierta entre las facciones de La Mayiza y Los Chapitos del Cártel de Sinaloa, la capital sinaloense acumula un saldo devastador: 2 mil 11 homicidios en 12 meses, además de 115 presuntos criminales abatidos y 48 agentes caídos.

En ese contexto, las escenas de dolor se volvieron rutina: en una sola jornada, forenses y funerarios levantaron cinco cuerpos, entre ellos el de Jesús, de 18 años, perseguido y ejecutado a quemarropa en la colonia Bellavista, y el de Jeremy Esteban, de 28, abatido junto a unas canchas en Infonavit Cañadas.

La crónica y los datos aquí referidos fueron documentados por Animal Político en recorridos y entrevistas realizados en Culiacán, donde el 9 de septiembre se cumplió un año del inicio de la pesadilla que la ciudadanía ya llama, sin eufemismos, “guerra”.

El pico de la violencia llegó tras la fractura del equilibrio que muchos describían como “paz narca”.

Activistas como Miguel Calderón recuerdan que la ciudad vivía de malabarismos hasta que, el 26 de julio de 2024, la captura de Ismael ‘El Mayo’ Zambada –trascendida como una entrega pactada– y el antecedente de la detención de Ovidio Guzmán aceleraron los choques.

El 9 de septiembre de 2024, la ciudad vivió su primera jornada de pánico de una larga serie. Las cifras lo confirman: de enero a junio del año pasado se registraron 224 homicidios; en el mismo lapso de 2025, 883, un salto que cuadruplicó el registro. En las calles, el despliegue de 6 mil efectivos federales no alcanza a disuadir el miedo cotidiano que se palpa en retenes, convoyes y blindados mientras la gente consulta chats antes de salir de casa.

La arteria Pedro Infante es un mapa de cicatrices: ahí dejaron el cuerpo de un exagente de la Fiscalía estatal; ahí despojaron de su camioneta a un profesor frente a un restaurante; en esa misma vialidad, el vehículo de un presunto operador de ‘Los Chapitos’ quedó cruzado en un túnel con su ocupante muerto, escena grabada en la madrugada.

El robo de autos explotó al ritmo de la guerra: 7 mil 112 denuncias en lo que va del año, 19.2 por día; entre enero y mayo de 2025 se reportaron 3 mil 7 casos, contra 956 del mismo periodo de 2024, encareciendo seguros de lujo hasta 200 % y elevando entre 35 y 40 % el resto de pólizas, según el Consejo Intercamaral.

Para comerciantes, la explicación es cruda: los bandos necesitan vehículos para mover “tropas”. Óscar Sánchez Beltrán, de la Unión de Comerciantes, calcula más de mil trabajadores despojados de sus unidades y pérdidas por 70 mil millones de pesos en este año entre empleos destruidos, daños y recortes de horario.

En los barrios, las fachadas cribadas por ráfagas –más de cien impactos en dos viviendas de la Guadalupe Victoria– son advertencia silenciosa. La regla no escrita se impone: no salir muy temprano ni al caer la noche.

Tampoco pudieron blindarse los hospitales: el 29 de agosto, un ataque en el Hospital Civil dejó cuatro hombres muertos y dos mujeres heridas, una de 13 años; al día siguiente hubo nuevas agresiones en una clínica privada y en el Hospital General.

La disputa también se libra en la propaganda: mantas con mensajes de paz cuelgan de puentes – “¿Qué Culiacán quieres dejarle a tus hijos? La paz no espera…”– al tiempo que muros repiten el lema de Gandhi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.

El contraste con la realidad es brutal, pero la ciudadanía comienza a perder el miedo: el domingo 7 de septiembre, miles marcharon de blanco con un grito unánime: “Estamos cansados, queremos paz”. Al anochecer, tres mil veladoras iluminaron la explanada del Palacio de Gobierno; cada llama, explicaron madres buscadoras, representó a una persona desaparecida este año –aunque oficialmente se reconocen dos mil–.

María Isabel Cruz Bernal, de Sabuesos Guerreras, definió el gesto como un intento de visibilizar la angustia compartida; Carla, hermana de Gerardo González, trabajador de la CFE desaparecido el 26 de julio de 2025, lo dijo sin vueltas: ha sido “un año de guerra” que encerró a Culiacán en una burbuja.

Así, entre llantos que parten el aire, casas baleadas, vehículos robados y marchas con velas, Culiacán cumple un año en el fuego cruzado. Y una frase pintada en una pared, al cierre de otra jornada con tres asesinatos, resume el ánimo de una ciudad herida: “Esta guerra me ha dejado mal”.

Con información de Más Información.