CDMX. La producción de café en América enfrenta una compleja crisis marcada por los efectos del cambio climático, la volatilidad del mercado y los crecientes costos de producción. Mientras Colombia registra cifras récord, países como México, Perú, Honduras y Costa Rica luchan contra climas extremos y desafíos estructurales que amenazan la estabilidad de sus cosechas.

En 2024, los precios internacionales del café alcanzaron máximos históricos debido a fenómenos climáticos extremos, como sequías en Vietnam e Indonesia, y heladas en Brasil durante 2021 y 2022, que afectaron un 35% de la cosecha de café arábica del gigante sudamericano. Este panorama generó un incremento del 70% en los precios del café arábica, que pasó de 1.88 dólares por libra a finales de 2023 a 3.18 dólares por libra en noviembre de 2024. Sin embargo, estos aumentos no han representado beneficios proporcionales para los pequeños productores, quienes enfrentan márgenes reducidos debido a los altos costos y fluctuaciones económicas.

En México, la sequía ha provocado una caída del 50% en la producción de café en estados clave como Chiapas, Veracruz y Oaxaca. Moisés Ernesto, productor en Chiapas, describe una realidad preocupante: “La planta está verde, pero no tiene la producción de café que debería dar”. A pesar de que México se mantiene como el octavo exportador mundial, las condiciones adversas ponen en riesgo la sostenibilidad del sector.

Brasil, el mayor productor mundial, logró una leve recuperación en 2024 con un crecimiento del 1.7% en la producción de arábica, pero enfrenta un futuro incierto. Una sequía de cinco meses amenaza la cosecha de 2025, según Márcio Ferreira, presidente del Consejo de Exportadores de Café (Cecafé). Además, la nueva legislación europea sobre deforestación y la presión de fondos especulativos han añadido volatilidad a los precios.

En contraste, Colombia celebra un año histórico con una producción de 13.41 millones de sacos, un 21% más que en 2023. Germán Bahamón, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, calificó este logro como “un testimonio de la resiliencia y capacidad de adaptación de los cafeteros colombianos”. Con ingresos de 14.2 billones de pesos, el café se consolida como un motor económico del país. No obstante, Bahamón advirtió sobre la necesidad de renovar cafetales y aplicar políticas de fertilización para garantizar la sostenibilidad del sector.

En Perú, la producción cayó a 250,000 toneladas, con un rendimiento promedio de 658 kilos por hectárea, muy por debajo del promedio mundial de 880 kilos. Factores como la roya amarilla y el envejecimiento de las plantaciones han reducido la productividad, y la Junta Nacional del Café (JNC) ha solicitado medidas urgentes, como la renovación de 50,000 hectáreas y la creación de un fondo de 120 millones de soles para apoyar a los pequeños productores.

Costa Rica, aunque espera un aumento del 8.6% en la cosecha 2024-2025, enfrenta dificultades por la caída del tipo de cambio del dólar en un 25% desde julio de 2022, lo que afecta los ingresos de los productores al encarecer los costos locales.

Por su parte, Honduras proyecta una producción de siete millones de quintales (317,800 toneladas) para la temporada 2024-2025, pero los altos costos de producción han reducido los beneficios para los productores. “No estamos recibiendo lo justo”, comentó un caficultor de El Paraíso. A pesar de esto, Pedro Mendoza, presidente del Instituto Hondureño del Café (IHCAFE), afirmó que el aumento en los precios internacionales podría generar nuevas oportunidades de empleo, especialmente en la recolección.

En este contexto, la caficultura global enfrenta retos cada vez más complejos. La sostenibilidad, la adaptación al cambio climático y la innovación tecnológica se perfilan como las claves para asegurar el futuro de este producto esencial en las economías de América Latina.

Con información de Más Información.