CDMX. Netflix presentó este 10 de septiembre Las Muertas, una ambiciosa serie de seis episodios dirigida por Luis Estrada y basada en la célebre novela de Jorge Ibargüengoitia. El proyecto, inspirado en el caso real de las asesinas seriales mexicanas conocidas como Las Poquianchis, promete ser más que una recreación histórica: es una mirada feroz y contemporánea al México de la corrupción, la impunidad y la violencia de género.

Según destacó Animal Político, la serie narra el ascenso y la caída de las hermanas Arcángela y Serafina Baladro, quienes en los años sesenta construyeron un imperio de burdeles y pasaron a la historia como las criminales más temidas del país. Estrada tardó más de 30 años en concretar esta producción, que requirió 220 sets, seis meses de rodaje, jornadas de más de 12 horas y la participación de más de 150 actores. En la alfombra roja, el elenco aplaudió la visión del director mexicano, conocido por su estilo crítico y por exigir precisión actoral, a lo que Joaquín Cosío llamó “el síndrome Estrada”.

La actriz Paulina Gaitán (Serafina) describió a la serie como un espejo de la actualidad: “Me impresiona que estamos hablando de una historia de finales de los 50 e inicios de los 60 y que sigue sucediendo”. Alfonso Herrera (Simón Corona) coincidió: “Estrada presenta esta adaptación para hacernos saber que las cosas en México siguen igual”. El propio director lamentó que los diálogos y las imágenes “suenen” actuales: “Es muy desafortunado que una novela de estas características siga teniendo tanta vigencia”.

Más allá del retrato de villanas, Las Muertas muestra la maldad como un sistema. Leticia Huijara (Eulalia Baladro) explicó que interpreta a la única hermana que intenta seguir las reglas morales, pero termina atrapada por la corrupción. Estrada enfatizó que ni siquiera las víctimas son completamente inocentes: “Aún a las víctimas… cuando tienen la oportunidad se vuelven unas hijas de la chingada”. Joaquín Cosío agregó que por los burdeles de las Baladro pasaban “los gobernadores, los alcaldes, la policía y los militares”, evidenciando complicidades a todos los niveles.

La serie también humaniza a las hermanas sin justificar sus crímenes. Arcelia Ramírez (Arcángela) explicó que debió evitar juzgar a su personaje para habitarlo, entendiendo su ambición y sed de poder. Gaitán añadió que Serafina actúa movida por el despecho y el corazón, lo que permitirá a muchas espectadoras identificarse con su fragilidad emocional, aunque sus actos sean monstruosos.

Estrada filmó cada escena y dirigió todos los episodios, exigiendo una sola unidad de grabación para mantener la coherencia visual y emocional. Paulina Gaitán comentó que trabajar bajo su dirección fue como “graduarse de Harvard”, mientras que Leticia Huijara destacó el balance entre entretenimiento y crítica social: “Me encanta que podamos hacer algo divertido y bien hecho, pero que también invite a reflexionar”.

Fiel al ADN de Ibargüengoitia, Las Muertas mezcla humor negro y sátira para exponer la violencia y la corrupción. Estrada no busca risas fáciles, sino provocar incomodidad y reflexión: usar el pasado para obligarnos a cuestionar un presente donde, como en los años 60, el poder y la impunidad siguen marcando el destino de las víctimas.

Con información de Más Información.