Chihuahua, CHIH. Este miércoles se cumplen los primeros diez años en que Christopher, apodado de cariño como El Negrito, fue víctima mortal del juego de secuestradores. Sus victimarios, unos niños que no rebasaban los 15 años.

Pasadas las 2:00 de la tarde del 14 de mayo de 2015, Christopher se encuentra con su vecina Valeria quien le propuso ir a tirar a un perro moribundo a un arroyo justo atrás del Centro de Readaptación Social (Cereso) número 1, ubicado en la colonia Laderas de San Guillermo, al sur de la capital.

Juntos arrastraron al perro con una cadena y en el camino se encontraron a Jorge Eduardo e Irving, hermanos de Valeria, y a Jesús David, todos vecinos del sector. Alma Leticia, otra niña del sector, también fue invitada.

Luego de matar al perro a pedradas y acuchillarlo con un arma que llevaba Alma Leticia, propusieron jugar al secuestrador con El Negrito, a quien amarraron con la cadena que arrastraron al perro.

Christopher, con su metro y 23 centímetros de altura y sus 32 kilos de peso, no pudo contra la fuerza de los cuatro adolescentes que serían sus verdugos.

Tras volverse un juego pesado, Christopher comenzó a llorar, por lo que le taparon la cara con el hule de un paraguas que estaba alrededor. Irving lo amenazó con matarlo si no se callaba.

Como no lo hizo, le puso un palo en el cuello, se subió en él y comenzó a asfixiarlo. Valeria también se subió en el palo para cortar la respiración hasta que lo dejaron agonizante pero aún respirando.

Al darse cuenta de ello, comenzaron a aventarlo piedras en la cabeza y lo remataron en al menos 22 ocasiones con el mismo cuchillo que mataron al perro.

Christopher sin vida fue enterrado y sobre su montón de tierra, echarnos hierbas para disimular ela inhumación. Luego limpiaron la cadena y el cuchillo y se fueron a bañar a sus respectivas casas.

A las 11:00 de la noche, Tania, la mamá de El Negrito, fue a preguntar por su hijo a la casa de uno de los homicidas. Entre varios vecinos, crearon una comisión de búsqueda y los adolescentes se unieron a ella para evitar la creación de sospechas.

Esa misma madrugada, uno de los agresores no podía dormir porque escuchaba las súplicas de El Negrito pidiéndole que lo dejaran en paz, hasta que le condesó a su hermana lo que había hecho al lado de los otros cuatro adolescentes.

La madre lo llevó ante la Fiscalía General del Estado donde confesó su crimen y reveló los nombres de los implicados.

Llevó a los agentes al lugar del entierro y encontraron el cuerpo del pequeño Christopher quien contaba con seis años al momento de su muerte.

Durante la investigación, Tania tuvo necesidad de esconderse al menos tres veces por las amenazas recibidas, junto con su hijo que le sobrevive y que padece discapacidad motriz e intelectual.

Jesús David, de 15 años, recibió una condena de 9 años y seis meses. Para Irving de 12 años, Alma Leticia y Valeria Yaneth de 13 años, se les otorgó una pena de 3 años y seis meses de libertad asistida, la cual continúan purgando en la actualidad.

Sin embargo, uno de los implicados, Jorge Eduardo de 15 años, fue declarado inimputable por el juez y no enfrentó pena debido al retraso psicológico que revelaron los exámenes.

Christopher fue la bofetada de realidad de Chihuahua para el mundo, al recordar los graves efectos de la marginación política y económica, la irresponsabilidad en la práctica de relaciones sexuales y el abandono y la falta de atención y amor de los padres a los hijos.