Las pruebas de ADN de hace 2.000 años demuestran que las mujeres de la sociedad celta solían permanecer en sus comunidades ancestrales tras el matrimonio, mientras que los hombres eran más propensos a marcharse.

Un nuevo estudio genético pone en entredicho antiguas suposiciones sobre las sociedades europeas durante el Neolítico y las Edades del Cobre y del Bronce. Estas se creían predominantemente patrilocales, donde las parejas se asentaban cerca de la familia del marido.

Un estudio pionero publicado en ‘Nature revela una estructura social extraordinariamente diferente en la Gran Bretaña de la Edad de Hierro, demostrando que las comunidades celtas eran, de hecho, matrilocales. En ellas, las mujeres casadas permanecían en sus hogares ancestrales, mientras que los hombres se desplazaban para reunirse con ellas.

Los últimos hallazgos de la universidad del Trinity College de Dublín aportan pruebas genéticas en apoyo de esta teoría. Los investigadores analizaron los genomas de 57 individuos enterrados en cementerios de la Edad de Hierro asociados al pueblo Durotrigian, parte de una tribu celta que vivió en Dorset hace 2.000 años.

Los resultados concluyeron que la mayoría de los individuos estaban emparentados por vía materna, mientras que los varones de estos cementerios parecían haber emigrado allí, probablemente después de casarse.

Este descubrimiento desafía suposiciones previas, ya que los arqueólogos habían encontrado generalmente el patrón opuesto en las sociedades europeas desde el Neolítico hasta la Edad Media.

Aunque estos hallazgos son sorprendentes, los arqueólogos e historiadores ya habían reconocido el papel singular de la mujer en la Gran Bretaña de la Edad de Hierro. Los relatos históricos de los romanos describen a poderosas mujeres celtas, como las reinas Boudica y Cartimandua, que dirigían ejércitos y ejercían una gran influencia sobre sus tribus.

El dictador romano Julio César, en su relato de la Guerra de las Galias, menciona la participación de las mujeres celtas en los asuntos públicos, su influencia política y, en ocasiones, su poligamia con varios hombres.

Otro descubrimiento que apunta al importante papel de la mujer celta en la sociedad de la época es la resolución de un misterio de décadas sobre el sexo de un guerrero enterrado hace 2.000 años en el archipiélago de las islas Scilly, frente a la costa de Cornualles.

Un enterramiento en la isla de Bryher, descubierto en 1999, había desconcertado a los arqueólogos por su inusual contenido: tanto una espada, típicamente asociada a enterramientos masculinos, como un espejo, tradicionalmente vinculado a enterramientos femeninos.

Sin embargo, en 2023 un estudio pionero dirigido por Historic England resolvió el misterio analizando el esmalte dental de los restos. Utilizando proteínas vinculadas a los cromosomas X e Y, el equipo determinó con un 96% de certeza que la persona enterrada era una mujer.

«Aunque nunca podremos conocer por completo el simbolismo de los objetos hallados en las tumbas, la combinación de una espada y un espejo sugiere que esta mujer tenía un alto estatus dentro de su comunidad y pudo haber desempeñado un papel de mando en la guerra local, organizando o dirigiendo incursiones contra grupos rivales«, declaró la doctora Sarah Stark, bióloga especializada en esqueletos humanos de Historic England.

Stark añadió: «Esto podría sugerir que la participación femenina en incursiones y otros tipos de violencia era más común en la sociedad de la Edad de Hierro de lo que habíamos pensado hasta ahora, y podría haber sentado las bases de las que más tarde surgirían líderes como Boudica«.

Con información de euronews.