Chihuahua, Chih. Durante la misa de difunto del sacerdote Roberto Luján Uranga, se destacó el profundo amor que tenía por el Seminario de Chihuahua donde fue vicerrector y rector por varios años.
Leopoldo Prieto Rivero, sacerdote ordenado al mismo tiempo que el presbítero difunto, destacó también su entrega por la pastoral penitenciaria y en las parroquias en donde entregó su labor pastoral.
“Esperamos que hoy se cumplan en él las palabras del Evangelio que se proclamó el día de neutra ordenación: dichosos el siervo a quien su Señor al llegar lo encuentre cumpliendo con su deber”, dijo Prieto Rivero.
El también rector del Seminario recordó que su amigo, el padre Beto, calificaba su primera misa como uno de los días más felices de su vida; incluso, cuando celebró su 25 aniversario sacerdotal, celebró, agradeció y festejó la fecha, pues ya sabía de sus complicaciones de salud.
Agradeció a Dios por el servicio sacerdotal entregado a un hombre que siempre transmitió el amor por Jesucristo y por su testimonio de fe y también agradeció al difunto por su espíritu de servicio, disponibilidad y siempre ocupado en hacer el bien.
“Dentro del dolor por su partida física, nos consuela, como dice el prefacio: la promesa de la futura inmortalidad que ha sido sembrada en él especialmente por las eucaristía celebradas recibidas y adoradas que él presidió”, citó Leopoldo Rivera.
Durante la celebración eucarística, la Catedral de Chihuahua lució completamente llena con la asistencia de los cinco obispos de la provincia eclesiástica, los sacerdotes de cada una y cientos de fieles que acompañaron a despedir al padre Beto.