CDMX. Los taxis autónomos están dejando de ser un proyecto futurista para convertirse en una realidad que promete transformar la movilidad urbana. Tesla y Waymo, dos gigantes tecnológicos, apuestan por los llamados robotaxis como la próxima revolución en el transporte. En junio, Tesla lanzó un programa piloto en Austin, Texas, y su director ejecutivo, Elon Musk, aseguró que antes de que termine el año estos vehículos podrían estar disponibles para “la mitad de la población de Estados Unidos”.
De acuerdo con información publicada por Forbes México, Musk afirma que la estrategia de Tesla permitirá escalar a un “ritmo hiperexponencial”, gracias a que su sistema depende principalmente de cámaras y de inteligencia artificial que imita la forma de conducir de un humano. Esto contrasta con el enfoque de Waymo, la filial de Alphabet, que utiliza sensores avanzados y mapas de alta definición, y que lleva más de ocho años probando su servicio en Phoenix. Actualmente, opera en áreas que cubren alrededor del 3% de la población estadounidense.
El choque de visiones marca la disputa por el liderazgo en la conducción autónoma. Mientras Waymo defiende que su expansión debe hacerse ciudad por ciudad para garantizar seguridad —mapeando calles, pendientes y condiciones específicas—, Musk considera que este método es “frágil” y de “capacidad limitada”. Según Tesla, una vez que el sistema funcione en unas pocas ciudades, podrá desplegarse en cualquier lugar del país con menor necesidad de preparación.
Los inversores parecen respaldar la visión de Musk, pues buena parte del valor bursátil de Tesla se atribuye a la promesa de los robotaxis. Musk incluso fijó la meta de tener “millones de Teslas operando de forma autónoma” en la segunda mitad del próximo año, en contraste con la flota actual de unos 2,000 vehículos de Waymo. Sin embargo, la empresa enfrenta presión: sus ventas globales de autos eléctricos han caído, sobre todo en Europa, por lo que retrasarse en el calendario del robotaxi significaría postergar una nueva fuente crucial de ingresos.
Waymo, por su parte, presume de ser la única compañía en Estados Unidos que ofrece ya un servicio de transporte autónomo de pago accesible al público. Sus robotaxis circulan en la Bahía de San Francisco, Los Ángeles, Phoenix, Austin y Atlanta. El camino hasta ahí fue largo: en Phoenix pasó más de tres años probando autos con conductores antes de abrir el servicio sin chofer en 2020, y apenas en agosto de 2024 comenzó a operar en las terminales del aeropuerto local.
El debate sobre la seguridad es central. Ejecutivos de Waymo insisten en que su estrategia evita errores al comprender a fondo las características de cada ciudad. Tesla también asegura cautela, pero mantiene su apuesta por la velocidad. En el aspecto técnico, Waymo recopila datos con sensores y mapas, mientras que Tesla usa cámaras y software que traduce video en tiempo real en decisiones de manejo. La propia Waymo probó este enfoque, aunque en un informe señaló “retos y limitaciones” en su rendimiento.
Los analistas discrepan sobre qué modelo triunfará. Para Paul Miller, de Forrester, el enfoque de Waymo es más seguro y realista a corto plazo, mientras que el de Tesla es más riesgoso pero también “más económico para escalar globalmente”. Bank of America calcula que Waymo perdió entre 1,200 y 1,500 millones de dólares en 2024, aunque proyecta que será rentable conforme bajen los costos y aumenten los pasajeros. Por su parte, Morningstar prevé que Tesla tendrá un inicio más lento —con robotaxis plenamente autónomos hasta 2028—, pero que para finales de la década podría superar la cuota de mercado de Waymo en los viajes en coche.
En este pulso tecnológico, los robotaxis no solo representan la promesa de un nuevo mercado multimillonario en los próximos 15 años, sino también la posibilidad de redefinir cómo se moverán las personas en las ciudades del futuro.
Con información de Más Información.