Guadalupe y Calvo, Chih. Allá donde el camino pierde su nombre, donde el trinar de los pájaros y el soplar del viento son las únicas melodías que susurran en el medio de la nada y donde la frontera entre la desesperación y la supervivencia se hacen uno es el lugar que habita una veintena de familias chihuahuenses.


Estas personas viven en Coloradas de la Virgen, La Ranchería y Arroyo Largo, comunidades que se encuentran a tres horas -en vehículo- de Baborigame, la localidad con más acceso a servicios dentro del municipio de Guadalupe y Calvo, enclavado en la zona sur del estado.


Ese municipio se sitúa en el conocido Triángulo Dorado, donde confluyen –además- Sonora y Sinaloa. Para llegar hasta ese lugar, son ocho horas de viaje por carretera desde la capital del estado.


Por tanto, para llegar a esas familias, son al menos 11 horas de viaje y a bordo de camionetas que tengan una resistencia formidable para el agreste terreno que se convierte cuando el pavimento llega a su fin.


Las veredas son marcadas por los pies que recorren de un lado a otro y de manera diaria por quienes buscan alimento para el diario vivir. Ora recolectando, ora haciendo truques, ora pidiendo.


Esas verdes laderas también son andadas por las visitas familiares de quienes han logrado salir de la extrema pobreza en que ahí siempre se nace, rara vez se sale y extrañamente se supera.


Hace años nos visitaron para darnos la credencial de elector, pero eso fue allá por… (hace una pausa prolongada), creo que allá por 2005 y después no recuerdo cuándo a lo mejor por el 2012”, recuerda uno de los habitantes de Coloradas de la Virgen.


Y por supuesto: también son visitadas por quienes tienen un cargo público…en mente, porque “cuando andan de candidatos y quieren el voto, vienen a prometernos y pedirnos el voto”; es cuando estrechan las manos trabajadas, frías y cansadas de quienes viven en el área. Después, ni vuelven, ni contestan peticiones y “menos cumplen”.


Chencho y su familia: casi medio kilómetro los separa del camino principal


Chencho, un adulto que supera los 60 años apenas habla español para darse a entender. Vive con su esposa y una nieta, pero no tienen un ingreso fijo, no tienen una beca ni un familiar que les provea algo de comer.


Para llegar a su casa, construida a base de rocas y un poco de cemento, es necesario dejar el vehículo en el camino principal y empezar una caminata que puede prolongarse por casi una hora. La vivienda se ubica a casi medio kilómetro subiendo la ladera.


Cada mañana se levantan y desayunan lo que lograron intercambiar o que les donaron en la visita con sus vecinos. Un kilo de Maseca y un frasco chico de café es lo que ocupa la mesa de lo que se improvisa como un comedor, pero eso no le impide sus ganas por compartir a quien logra llegar hasta su hogar.


En una condición similar, vive doña Ramona y su esposo con la diferencia en que ambos son personas que están cerca de los 80 años, con dolencias en las articulaciones, uso de bastón y sin hijos que pudieran apoyarles en su sustento. Solo una sobrina que vive a “grito de loma” les apoya con lo que también ella logra en la lucha diaria de supervivencia.


Su única ventaja es que viven a unos 200 metros del camino principal, pero las dolencias propias de la edad y la pronunciada vereda les imposibilitan salir de su hogar desde hace mucho tiempo.


Ahí mismo, en Coloradas de la Virgen, también viven Martha y Felipe: un lado de su vivienda es flanqueado por pedazos de lámina y tablas; del otro, está el pleno cerro. El resto, está medio compuesto de pedazos de hule.


El común de estas historias, es la extrema pobreza, el ser olvidados de los programas sociales.


La Ranchería: donde la esperanza termina junto con el camino pavimentado


Esta localidad, también a algunas horas de Baborigame, nos presenta las historias de Flor y su esposo, adultos que han logrado acercar tabiques y construir su vivienda con este material. Su ventaja: están a escasos metros del camino principal. Su desventaja: todo lo demás.


En esta zona de Chihuahua, se termina el eslogan de una empresa telefónica cuando dice que todo México es territorio de ella. No pueden realizarse llamadas, no salen mensajes de texto y del internet, mejor ni se habla.


La Ranchería también alberga a Loreto y su hijo menor. Ella no ha podido acceder a programas sociales porque se complica cuando se habla sobre su nombre y resulta ser mujer; no coincide quien pide el apoyo y quien va a recogerlo.


Error en su acta de nacimiento y en sus documentos que, por su analfabetismo y extrema pobreza, no ha podido corregir. ¿La comida? También un kilo de Maseca adorna la mesa de esta familia que desconoce hasta cuándo le durará.


Esa zona está habitada también por Valentín, su esposa y sus tres hijos adultos. Ninguno de los cinco tuvo acceso a la educación primaria completa, pues el centro escolar está en Baborigame, a tres horas en vehículo…pero tampoco tienen uno y pagar el servicio para que los lleven a la comunidad, les costaría –literalmente- la vida.


Y las historias en Arroyo Largo no son menos desesperantes: una familia compuesta de papá, mamá y cuatro hijos varones viven al día. No existe educación formal; apenas leen y logran comunicarse y sobrellevan la vida con los escasos frutos que la tierra les brinda.


O acuden con sus vecinos para –igual que los demás- realizar trueques de comida. Quizá nunca hayan comido carne.
Qué dice Bienestar en su Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2023


Según la dependencia estatal en su informe más reciente https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/792906/08029-GuadalupeYCalvo23.pdf , Guadalupe y Calvo tiene una población de poco más de 59 mil habitantes.


De ellos, 17 mil 244 se encuentran en rezago educativo y el acceso a los servicios médicos, solo llega a poco más del 10 por ciento.
Según el censo del INEGI 2020, el 25.6 por ciento se encontraba en situación de pobreza extrema y el 75 por ciento, solo en pobreza.


Aun y cuando la Delegación del Bienestar y la Secretaría de Comunidades y Pueblos Indígenas aseguran haber reducido la pobreza y las carencias alimentarias, la verdad es que jamás han sido visitados por ninguna estancia.


Incluso, los habitantes de esa zona aseguran que han escuchado que las láminas que envían para ayudarles, son repartidas solo a quienes son amigos y cercanos a los presidentes seccionales de las tres localidades. De hecho, han visto parte de ese material en las casas particulares de los ediles.


Por todo lo anterior, piden apoyo a la sociedad, a los tres niveles de Gobierno, a las asociaciones, a las iglesias o a quien sea que pueda ayudarles, pues la desesperación de no ver -ya no un futuro- sino un mañana con comida y abrigo que les asegure al menos un día a día lo más estable posible.


Desean que quienes vayan a postularse a cargos de elección popular, no se olviden de las áreas más necesitadas, de cumplir las promesas realizadas y que las visitas no se den solo por buscar el voto en temporada electoral.


Y aunque reconocen que la violencia es uno de los factores que les ha afectado para la llegada de apoyo, prefieren no abundar en el tema, pues la existencia de algunas casas quemadas, el dicho de que hay balaceras alrededor, la desaparición o muerte de líderes sociales así como el tránsito de camionetas sospechosas por algunos caminos, les pondría aún más en vulnerabilidad de la que ya viven en esa área olvidada.