California, EEUU. La madre del niño Anthony Ávalos y el novio de ella están siendo enjuiciados por cargos de asesinato y tortura. El hombre que le habría propinado una fatal golpiza al menor ha sido identificado como miembro de la Mara Salvatrucha y su hermano es un cabecilla de la banda.

Anthony Ávalos vivió poco y sufrió mucho. Tenía 10 años cuando su cuerpo sucumbió al infierno que le hicieron pasar su propia madre y el novio de ella, según describen las autoridades de California.

La pareja obligó al niño a que se arrodillara hasta sangrar sobre arroz crudo, le pegaban con un cable, frotaron su cara sobre alfombra orinada, lo hacían pelearse con sus hermanos y le negaron comida y agua por largos períodos, al grado de que estaba deshidratado y sus riñones no funcionaban cuando los paramédicos llegaron a su casa en Lancaster, alegan los fiscales del condado de Los Ángeles.

La brutalidad con la que ocurrió esa tortura que le arrebató la vida a Anthony en junio de 2018 podría tratar de entenderse por el vínculo que este caso tiene con la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13).

El padrastro del niño, Kareem Ernesto Leiva, de 37 años, ha sido identificado como un miembro de la violenta MS-13, y su hermano, Mauricio Eugenio Leiva, alias ‘Gato’, es uno de los cabecillas de la banda en Los Ángeles que fueron capturados en un operativo federal hace casi seis años.

Las evidencias en el caso de Anthony están siendo presentadas ante un juez desde la semana pasada.

Kareem Ernesto Leiva y la madre del niño, Heather Barron, enfrentan varios cargos, que incluyen tortura y asesinato, así como el abuso de otros dos menores. Ambos se declararon inocentes y han estado detenidos sin derecho a fianza desde sus arrestos hace cinco años. Enfrentan una condena a cadena perpetua. Los fiscales habían pedido la pena de muerte para ellos, pero después resolvieron que esta “no es una resolución apropiada en ningún caso”.

En sus argumentos iniciales, los fiscales explicaron las terribles golpizas que la pareja le propinó a Anthony. En las que fueron las últimas dos semanas de su corta vida, narraron, lo sometieron a una serie de abusos prácticamente cada día. Uno de los últimos castigos que le aplicó Leiva fue sujetarlo del cuello, ponerlo contra la pared y dejarlo caer, ya inconsciente.

Anthony, quien días antes se había graduado del cuarto grado, se quedó inmóvil en el suelo durante dos días, hasta que su madre llamó al 911 desde su casa en Lancaster. “Mi hijo no respira”, reportó Barron.

«Ella ha estado torturando a sus hijos durante un largo período de tiempo, y una vez que el acusado Leiva entró en escena, se volvió mortal», señaló el fiscal de distrito Saeed Teymouri en la corte.

Con heridas “de la cabeza a los pies”

En una audiencia reciente, los paramédicos que acudieron a la residencia contaron con lágrimas lo que sucedió aquel día. «Tenía los ojos hundidos, podías contar sus costillas, sus rodillas tenían llagas, parecía muerto», testificó el bombero Ronald Watts.

El niño no tenía pulso, ni respiraba. Tenía múltiples lesiones, quemaduras de cigarrillos y estaba tan demacrado que pensaron que era un paciente de cáncer. Fue trasladado de urgencia a un hospital. Le había dado un paro cardíaco y los médicos pudieron reanimarlo. Luego fue llevado en helicóptero al UCLA Mattel Children’s Hospital, donde fue declarado muerto el 21 de junio de ese año.

El niño tenía «lesiones nuevas y viejas, literalmente de la cabeza a los pies», según Teymouri.

Para la Fiscalía, las vidas de Anthony y sus hermanos se volvieron tormentosas cuando Kareem Ernesto Leiva se mudó a su casa. Su castigo favorito era hacer que los niños se enfrentaran a puños, mientras los otros eran obligados a ver la pelea para aprender la lección. Se ensañaba en particular con Anthony. Sus familiares creen que el niño prefería que le pegaran a él, para que no sufrieran sus hermanos.

Dos medios hermanos de Anthony, ahora adolescentes, acudieron a la corte esta semana para describir su periplo. Destiny, de 13 años, afirmó que él sufrió una serie de castigos la noche anterior de que su madre llamara al 911. Dijo que Leiva lo levantó y lo dejó caer «probablemente diez (veces) o un poco más”, y agregó que pensaba que “le estaba causando daño cerebral”.

«¿Dónde estaba mami?», preguntó el fiscal. “Ella estaba mirando», respondió.

Rafael, de 12 años, afirmó por su parte que el infierno de su hermano fue peor. El recordó que el novio de su madre lo dejó caer al suelo unas 20 veces, pero ella «no trató de proteger a Anthony».

El menor contó que los hacían hincarse sobre arroz, incluso por horas, sin importar las consecuencias. «¿Te dolieron las rodillas?», le preguntó el fiscal. “Sí”, respondió él. Cuando le insistió si alguna vez llegó a tener sangrados, el adolescente contestó afirmativamente.

Destiny y Rafael están ahora bajo el cuidado de su tía y abuela.

Un violento historial criminal

Kareem Ernesto Leiva, un indocumentado originario de El Salvador, ha sido identificado como miembro de la MS-13. Según documentos judiciales, este hombre de complexión robusta golpeó a otro recluso y, anteriormente, enfrentó cargos de violencia doméstica en 2010 y 2013.

El historial criminal de su hermano, Mauricio Eugenio Leiva, es todavía más amplio. Una acusación que en mayo de 2017 fue interpuesta en una corte federal de Los Ángeles señala que este pandillero participó en asesinatos, ataques violentos, robos y extorsiones contra personas de la comunidad y rivales de la Mara en esa metrópoli, que es su principal bastión en Estados Unidos.

El caso describe desde la extorsión de un vendedor ambulante de hot dogs en la avenida Western, hasta un tiroteo en el bulevar Venice y el asesinato de un pandillero rival frente a uno de los principales jefes de la MS-13 en la ciudad: José Balmore Romero, alias ‘Porky’.

Mauricio Eugenio Leiva también tenía una posición de mando. Las autoridades dicen tener el audio de una llamada telefónica del 16 de marzo de 2015 en la que alias ‘Gato’ habló sobre cobrar un “impuesto” a clicas de la MS-13, sobre una reunión para resolver un conflicto interno y sobre castigos a pandilleros que habían violado el estricto código de conducta de la Mara.

Leiva, por ejemplo, aprobó que le dieran una golpiza durante 26 segundos a un marero que “fue irrespetuoso con la novia de otro miembro de (la MS-13 en) Pasadena”.

Mientras el caso federal de ‘Gato’ sigue pendiente, su hermano Kareem Ernesto Leiva mantiene su posición de que no es culpable por la muerte del niño Anthony.

El abogado de Leiva, Dan Chambers, ha declarado en el juicio que no hay evidencias para acusar de asesinato a su cliente, que hay una “falta de intención de matar» y que las declaraciones de los hermanos de la víctima son “inconsistentes” y no confirman las acciones de su defendido.

“Esas inconsistencias en la evidencia serán claras y una vez que demostremos eso, confirmarán que lo que los niños afirman que dicen que el señor Leiva hizo es inconsistente con la evidencia médica”, dijo Chambers, citado por el canal AB7.

“Este es un caso de maltrato severo, pero, en cuanto al señor Leiva, no es un asesinato”, agregó.

Por su parte, la defensa legal de Barron se reservó el derecho de hacer una declaración de apertura al inicio del juicio.

La Fiscalía ha mostrado hasta ahora más evidencia directa contra ella, como el audio de su llamada al 911, el video de la cámara en el uniforme de un policía que llegó a su casa y la grabación de la entrevista que le hicieron los detectives.

“No me digas eso, no me digas eso. Es mi bebé, mi primogénito… Te juro que no hice nada”, expresó cuando los investigadores le advirtieron que no esperaban que el menor sobreviviera.

Este caso está siendo presentado solamente ante un juez de la Corte Superior de Los Ángeles.

En octubre pasado, la Junta de Supervisores del condado aprobó un acuerdo de 32 millones de dólares para resolver una demanda que fue presentada por los familiares de Anthony.

La querella sostuvo que varios trabajadores sociales no respondieron adecuadamente a los informes de abuso del niño y sus hermanos.

Con información de Univisión