Estados Unidos. Un juez federal en Estados Unidos desestimó la demanda por difamación que el expresidente Donald Trump interpuso contra el diario The New York Times y la editorial Penguin Random House, al considerar que el documento legal presentado por sus abogados es “decididamente inapropiado e inadmisible”, de acuerdo con los estándares del derecho civil estadounidense.

Según reportó La Silla Rota, fue el juez federal de distrito Steven D. Merryday quien emitió el fallo el pasado viernes, criticando duramente tanto la estructura como el tono del texto legal.

El juez señaló que la demanda, presentada el pasado 16 de septiembre en Tampa, Florida, consta de 85 páginas, pero solo contiene dos cargos formales de difamación, ubicados en las páginas 80 y 83, respectivamente. “Un ciudadano estadounidense prominente alega difamación por parte de un destacado editor de periódico estadounidense y de varias otras empresas y personas físicas… Alegando solo dos cargos simples de difamación, la demanda ocupa ochenta y cinco páginas”, puntualizó Merryday en su resolución.

En la demanda, Trump solicitaba una compensación económica por 15 mil millones de dólares, argumentando que tanto artículos periodísticos como un libro publicado en 2024 perjudicaron de forma directa su imagen personal y su campaña presidencial. Sin embargo, el juez fue enfático al señalar que una demanda judicial no debe convertirse en una plataforma política ni en un espacio para hacer propaganda. “Una demanda no es un megáfono para relaciones públicas, ni un podio para una apasionada oratoria en un mitin político”, subrayó Merryday, quien también consideró que el documento está plagado de “argumentos tendenciosos”.

El magistrado otorgó al equipo legal de Trump un plazo de 28 días para presentar una nueva versión de la demanda, limitada a un máximo de 40 páginas y ajustada a los lineamientos jurídicos apropiados. Esta disposición abre la posibilidad de que la querella sea reestructurada y sometida de nuevo, aunque con un margen mucho más acotado.

Hasta el momento, la Casa Blanca no ha emitido ningún posicionamiento oficial sobre el caso.

Por su parte, The New York Times defendió su labor periodística y reiteró que no encontró elementos que justificaran corrección alguna en los artículos publicados. El periódico calificó la demanda como “sin fundamento” y la consideró una táctica de intimidación dirigida al periodismo independiente. Penguin Random House, la editorial implicada por el libro aludido en la denuncia, también negó haber cometido algún acto de difamación.

El fallo se enmarca en un contexto más amplio de confrontación legal entre Trump y los medios de comunicación críticos con su figura política. Durante los últimos años, el exmandatario ha iniciado múltiples acciones legales contra diversas plataformas y periodistas. Una de las más destacadas ocurrió en 2018, cuando demandó también a The New York Times por una serie de reportajes sobre sus finanzas e impuestos, basados en documentos confidenciales. En ese caso, el juez desechó la demanda y ordenó a Trump pagar 400 mil dólares por los gastos legales incurridos por el medio y tres de sus reporteros.

Organismos internacionales también reaccionaron ante la decisión judicial. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) advirtió que este tipo de litigios representan un riesgo para la libertad de expresión y el ejercicio del periodismo independiente en el continente. “Esta acción no busca justicia, sino utilizar los tribunales como arma política para intimidar y castigar a la prensa crítica. Se trata de un ataque directo contra la libertad de prensa”, declaró José Roberto Dutriz, director ejecutivo de la SIP, quien además sostuvo que este tipo de demandas contraviene principios esenciales protegidos por la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense.

Aunque el proceso aún podría continuar si Trump decide presentar una versión reformulada de su denuncia, el fallo de Merryday representa un duro revés para el expresidente en su estrategia legal de confrontación con los medios, y pone de relieve las tensiones persistentes entre la política y la prensa en el actual panorama electoral estadounidense.