CDMX. A los 12 años, Sol cometió su primer asesinato por órdenes de un cártel. Reclutada siendo apenas una niña, se convirtió en sicaria antes de cumplir la adolescencia. Hoy, con 20 años y en proceso de rehabilitación, busca dejar atrás una infancia marcada por la violencia, la droga y el abandono.
La historia de Sol es una entre miles en México, donde grupos del crimen organizado reclutan a menores de edad como parte de una estrategia deliberada para aprovechar su vulnerabilidad social y su condición jurídica. “Obedecía al jefe ciegamente”, contó a Reuters desde un centro de apoyo para jóvenes en riesgo, donde ahora estudia Derecho con la esperanza de ayudar a otros niños como ella.
Sol fue reclutada cuando vendía flores a las afueras de un bar. Desde los nueve años era adicta al cristal, una droga sintética altamente adictiva. Comenzó como “halcona” (informante), y rápidamente fue promovida a tareas más violentas, incluyendo torturas, secuestros y asesinatos. Según narró, su juventud la hacía ideal para el grupo criminal: no enfrentaba condenas graves si era arrestada y, además, mostraba una lealtad absoluta. Fue detenida por secuestro a los 16 años y pasó tres años y medio en un centro de detención juvenil.
Expertos en seguridad advierten que casos como el de Sol se han vuelto comunes. Los menores reclutados, conocidos como “pollitos de colores”, son entrenados desde edades cada vez más tempranas para realizar tareas de espionaje, cobro de extorsiones o directamente para asesinar. Su nombre hace referencia a los pollitos teñidos que se vendían en mercados populares, baratos, vistosos y de vida breve, prohibidos ya en muchos estados por su toxicidad.
Organizaciones civiles, como Reinserta, han documentado un creciente reclutamiento infantil que se apoya ahora en redes sociales, videojuegos con chats integrados y plataformas como Facebook y TikTok. Algunos niños ingresan voluntariamente, buscando pertenencia, comida o “una familia”. Otros lo hacen obligados.
Un informe gubernamental de 2023 reconoció que algunos menores se inician en el crimen desde los seis años. La Oficina de Asuntos Laborales Internacionales de EE.UU. estima que 30 mil menores ya han sido reclutados por grupos armados en México, y se calcula que 200 mil están en riesgo.
Isabel, otra joven entrevistada por Reuters, fue reclutada a los 14 por su propio tío, quien además se convirtió en su pareja y, según ella, la embarazó a los 16. Perdió al bebé debido al consumo excesivo de drogas. “Casi muero”, afirmó.
En este panorama, el gobierno federal ha impulsado campañas para prevenir el reclutamiento infantil y promover el uso seguro de videojuegos. Sin embargo, especialistas consultados consideran que las acciones son insuficientes. No existe una legislación específica que penalice el reclutamiento de menores, ni programas gubernamentales sólidos para la rehabilitación de quienes logran salir del crimen.
Gabriela Ruiz, experta en juventud de la UNAM, señaló que los niños usados por los cárteles son vistos como “desechables”. “Son útiles hasta que dejan de serlo; se espera que mueran jóvenes”, dijo.
Daniel, de 19 años, fue reclutado a los 16. Trabajó como halcón, extorsionador y sicario. Huyó del cártel y ahora vive escondido en el norte del país, esperando cruzar a Estados Unidos. “No tengo otra opción. Tengo miedo de morir”, afirmó.
En contraste, Sol quiere rehacer su vida. Sueña con ser abogada especializada en justicia juvenil y convertirse en mentora de menores vulnerables. “Nunca pensé que llegaría a los 20 años”, dijo con la voz entrecortada. “Siempre creí que moriría antes”.
La historia de estos jóvenes refleja no sólo la brutalidad con la que operan los cárteles, sino también el abandono institucional de miles de niños mexicanos que crecen sin protección, presas fáciles del crimen organizado.
Con información de Más Información.