CDMX. El síndrome de piernas inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es una afección neurológica que causa una necesidad incontrolable de mover las piernas, especialmente en reposo. Afecta el sueño, la concentración y la calidad de vida de millones de personas.
«Muchas personas sufren el síndrome de piernas inquietas sin saberlo o sin recibir el tratamiento adecuado. Queremos que esta campaña ayude a mejorar el reconocimiento de la enfermedad y facilite el acceso a diagnósticos y tratamientos adecuados”, ha declarado Purificación Titos, presidenta de AESPI.
Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), el SPI afecta al 5-10 % de la población adulta. En España, eso representa entre dos y cuatro millones de personas, de las cuales unas 300.000 padecen síntomas severos y crónicos.
Síntomas, clasificación y diagnóstico del SPI
El SPI provoca sensaciones desagradables en las piernas —hormigueo, tirantez, quemazón o picazón— que obligan a moverse para encontrar alivio. Estas molestias aumentan al anochecer o en momentos de inactividad.
Se clasifica en dos tipos: primario (idiopático), vinculado a causas genéticas o desconocidas, y secundario, relacionado con condiciones como insuficiencia renal, embarazo o déficit de hierro.
Aunque está reconocido por la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño, el SPI suele diagnosticarse erróneamente como ansiedad o insomnio, lo que retrasa su tratamiento.
Campaña nacional de AESPI y su impacto
La campaña de AESPI busca revertir el desconocimiento mediante información básica, seminarios médicos, testimonios de pacientes y actividades en hospitales y universidades.
“Nos encontramos con muchos pacientes que han vivido años sin diagnóstico, siendo etiquetados de hipocondríacos o exagerados«, señala la neuróloga Teresa Canet. «Es fundamental una mayor conciencia social y formación médica”.
Fisiopatológicamente, el SPI se relaciona con un desequilibrio de dopamina cerebral y baja concentración de hierro, especialmente en los ganglios basales. Estudios recientes señalan mecanismos genéticos implicados en esta regulación.
Evaluación, tratamiento y riesgos asociados
La deficiencia de hierro es una causa secundaria frecuente. El diagnóstico incluye análisis de ferritina sérica, que puede estar baja incluso sin anemia. Un valor menor a 50 ng/mL es indicativo en muchos casos.
El tratamiento varía según la gravedad. Para casos leves se aconsejan hábitos de sueño saludables y ejercicio moderado. Casos graves requieren agonistas dopaminérgicos, anticonvulsivos o hierro intravenoso.
El uso prolongado de dopaminérgicos puede causar aumentación de síntomas. Las nuevas guías de la AASM recomiendan un enfoque individualizado y cauteloso.
Consecuencias más allá del sueño
El SPI no solo afecta el descanso. Se ha vinculado con mayor riesgo de depresión, ansiedad e hipertensión, especialmente si no se trata adecuadamente.
Una investigación de JAMA Neurology en 2022 encontró una relación significativa entre SPI crónico y trastornos del estado de ánimo.
La campaña de AESPI busca generar empatía social y visibilidad. “No es solo un problema de piernas, es un problema de vida”, afirma una paciente diagnosticada hace cinco años.
Acciones concretas de la campaña
El calendario incluye conferencias, entrevistas, cápsulas informativas y actividades en hospitales y universidades durante mayo.
Destaca un foro en línea para el intercambio de experiencias entre pacientes y profesionales. También se ofrecerán tests de autoevaluación y guías descargables.
Esta iniciativa busca informar y empoderar a los pacientes para exigir diagnóstico precoz y tratamiento oportuno, combatiendo el estigma asociado a esta enfermedad invisible.
Panorama del SPI en México
En México, aunque no existen estudios poblacionales amplios sobre el SPI, hay evidencia clínica significativa. Un estudio pionero de 2010, realizado en la UNAM, reveló alta prevalencia de SPI en pacientes psiquiátricos.
El trabajo se encuentra disponible en línea: Consultar tesis UNAM.
Este estudio muestra que los síntomas se atribuyen erróneamente a efectos secundarios o trastornos psiquiátricos, lo que genera subdiagnóstico y malestar prolongado.
Limitaciones y necesidades del sistema de salud mexicano
El acceso a servicios especializados de medicina del sueño es limitado en instituciones como el IMSS o ISSSTE, dificultando un manejo adecuado del SPI.
Los tratamientos actuales suelen ser generales o centrados en síntomas psiquiátricos inespecíficos. El acceso a polisomnografía o neurología del sueño es restringido.
La investigación en México sobre el SPI aún es escasa, aunque existen esfuerzos académicos importantes que podrían ser base para políticas de salud más efectivas.
Hacia un abordaje integral del SPI
Los pacientes mexicanos recurren a redes sociales para compartir experiencias ante la falta de atención adecuada. Estas plataformas se han convertido en espacios de contención e información.
El IMSS ha comenzado a incluir el SPI en materiales de educación médica. Se recomienda medir ferritina, considerar fármacos específicos y fomentar higiene del sueño, aunque aún no hay protocolos estandarizados.
Con mayor formación médica y campañas de divulgación como la de AESPI, México puede mejorar el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad invisible.
Si has llegado hasta aquí buscando respuestas sobre esas sensaciones incómodas que te impiden dormir, puede que la clave esté en comprender que no estás solo.
Con información de Excelsior.