Filadelfia. En un momento en que la  inteligencia artificial (IA) desempeña un papel significativo en diversos aspectos de la vida diaria y profesional, Ethan Mollick, profesor de la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania, ha lanzado una advertencia sobre los riesgos de usar esta tecnología de manera indiscriminada en el ámbito educativo.

Según el experto, aquellos estudiantes que dependen de la IA como una “muleta” para realizar sus tareas están comprometiendo su capacidad de aprender.

Mollick, quien recientemente publicó el libro ‘Cointeligencia’ (Conecta), sobre cómo aprovechar mejor la IA en el día a día, sostiene que aunque la inteligencia artificial tiene un enorme potencial para acompañar y potenciar el aprendizaje, su mal uso puede tener consecuencias negativas. “Los estudiantes que usan la IA como una muleta no aprenden nada. Impide pensar”, afirma el profesor. Desde su perspectiva, el enfoque correcto es utilizar la IA como una cointeligencia, es decir, una herramienta que complemente el pensamiento humano en lugar de sustituirlo.

En una entrevista reciente, Mollick insistió en que la IA debe ser vista como un aliado estratégico. Sin embargo, la clave está en aprender a utilizarla de manera correcta y, para ello, recomienda invertir tiempo en comprender su funcionamiento. “Hay que pasar 10 horas con la IA y aplicarla a todo lo que haces”, asegura el académico, aunque lamenta que muy pocos dedican el tiempo necesario para dominar estos sistemas.

Un fenómeno inevitable, pero con riesgos

Mollick reconoce que la adopción de la IA en las aulas y otros entornos laborales ya está en marcha, y que al igual que ocurrió con las calculadoras, el uso de esta tecnología ha llevado a muchas personas a depender de atajos. Sin embargo, advierte que es esencial acercarse a la IA con una estrategia clara, estableciendo límites sobre lo que no debemos ceder. “La IA afecta todo tipo de cosas y tendremos que ajustarnos socialmente”, señala, refiriéndose a la necesidad de ser más reflexivos y cuidadosos en esta nueva era tecnológica.

El académico destaca que la tecnología actual aún tiene imperfecciones, y que a medida que los sistemas de IA evolucionen, las formas en las que interactuamos con ellos también cambiarán. Un ejemplo de esto es el reciente desarrollo de modelos más autónomos como el ChatGPT-o1, que puede realizar procesos de manera independiente, pero que según Mollick aún necesita mejorar la interacción con los usuarios. “No pregunta. Eso es lo que me inquieta”, comenta, en referencia a la falta de retroalimentación activa de estos sistemas.

Educación: ¿una transformación en puerta?

Uno de los temas que Mollick aborda en su obra es el impacto de la IA en la educación. Para él, las clases magistrales tradicionales, donde los estudiantes escuchan pasivamente, ya no son el mejor método de enseñanza. En su lugar, promueve el aprendizaje activo y el uso de tutores de IA, que permiten una personalización del aprendizaje. A pesar de que cree que la educación interactiva es el camino a seguir, advierte que no todos van a aprovechar esta oportunidad. En este sentido, la  IA podría jugar un rol crucial al ayudar a los alumnos a rellenar las brechas de conocimiento.

Mollick también señala que el desafío no es únicamente técnico, sino social. “No tomamos suficientes decisiones sobre cómo queríamos usar las redes sociales”, reflexiona al comparar el auge de las redes con la llegada de la IA. En su opinión, la sociedad no puede permitirse cometer los mismos errores con esta nueva tecnología de propósito general.

El temor a ser reemplazado

El profesor Mollick también aborda una preocupación creciente en muchos sectores laborales: la posibilidad de ser reemplazado por la IA. Aunque admite que esta inquietud es comprensible, especialmente en profesiones creativas o técnicas, afirma que la IA no reemplazará a los profesionales en el corto plazo. En lugar de temerla, sugiere que aquellos que adopten la IA como una herramienta clave serán los expertos del futuro. “Si eres un buen periodista… esto podría ayudarte a hacer las cosas mejor que antes”, comenta, sugiriendo que la IA tiene el potencial de mejorar la eficiencia sin suplantar el talento humano.

Por último, Mollick resalta que uno de los mayores malentendidos sobre la IA es la creencia de que no produce nada original. Según él, esto es un mito que debe ser desmontado. “La IA se construye como un modelo físico complejo para todas las lenguas y utiliza esas reglas para crear material nuevo basado en su entrenamiento. Sí es original”, asegura, agregando que las comparaciones con herramientas como Google no son adecuadas, ya que la IA tiene capacidades distintas y complementarias. En resumen, Ethan Mollick, uno de los principales analistas de las nuevas herramientas de IA, plantea un uso estratégico y reflexivo de estas tecnologías, especialmente en el campo educativo, donde su mal uso podría obstaculizar el proceso de aprendizaje.

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