Lisboa. La Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM) ha implementado un innovador programa para combatir la contaminación marítima mediante el uso de drones conocidos como “sniffers” u olfateadores.

Estos dispositivos son capaces de medir en tiempo real las emisiones de los barcos que navegan por las aguas europeas y en los puertos, proporcionando datos cruciales sobre la calidad del aire y el cumplimiento de las normativas ambientales.

Los drones “sniffers” vuelan directamente a través de la estela oscura y tóxica que dejan los barcos al quemar combustible. Equipados con sensores avanzados, estos drones analizan la presencia de gases como óxidos de azufre (SOx) y óxidos de nitrógeno (NOx), dos de los principales contaminantes emitidos por el transporte marítimo.

Según publica el diario El País, Leendert Bal, jefe del departamento de Seguridad, Protección y Vigilancia de la AESM, explicó que este método permite “pillar” a los barcos infractores en plena acción, algo que es difícil de lograr solo con inspecciones en puerto, ya que los buques pueden cambiar de combustible o mezclarlo para evadir controles.

El programa de la AESM emplea distintos tipos de drones para cumplir con su misión.

Utilizan helicópteros de tamaño medio, con un peso de unos 200 kilos, que pueden permanecer en el aire durante seis horas y recorrer hasta 40 kilómetros desde su estación de control.

También utilizan cuadricópteros ligeros de unos 15 kilos para operar en los puertos, que tienen un tiempo de vuelo de aproximadamente 50 minutos. Estas aeronaves no tripuladas están diseñadas para operar en condiciones extremas, desde mares agitados hasta temperaturas extremas, y pueden despegar desde buques o tierra firme.

Una vez realizadas las mediciones, los drones envían los datos al sistema de intercambio de información Thetis de la Unión Europea, donde, en un plazo de 30 minutos, se genera un informe que ayuda a los inspectores portuarios a identificar qué buques deben ser inspeccionados con mayor rigor.

Aunque los drones no confirman directamente el incumplimiento de las normativas de emisiones, proporcionan información clave que facilita la selección de buques sospechosos para pruebas de laboratorio.

El transporte marítimo es responsable del 80 por ciento del comercio global y genera una proporción significativa de la contaminación atmosférica mundial.

Según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), las emisiones de los barcos fueron responsables de aproximadamente 265,000 muertes prematuras en 2020, lo que equivale al 0.5 por ciento de la mortalidad global. Natalie Mueller, epidemióloga ambiental y autora del estudio, destaca que las zonas costeras europeas, especialmente cerca de rutas marítimas transitadas como el Estrecho de Gibraltar y el mar Báltico, son las más afectadas.

Las normativas internacionales y europeas han establecido límites estrictos para las emisiones de azufre en los combustibles marinos, debido a su alta toxicidad. Sin embargo, garantizar el cumplimiento de estas normativas es un desafío, especialmente en alta mar. Aquí es donde los drones sniffers juegan un papel crucial, al permitir la vigilancia en tiempo real de los barcos que podrían estar utilizando combustibles no permitidos fuera de la vista de los inspectores.

A pesar de su eficacia, el uso de drones en la vigilancia marítima enfrenta importantes desafíos. Uno de los principales es la necesidad de permisos específicos de vuelo, ya que en Europa aún no hay drones certificados que puedan operar sin restricciones. La Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA) otorga estos permisos, pero a menudo con la condición de segregar el espacio aéreo, lo que significa que los drones no pueden volar junto a otras aeronaves, limitando su operatividad.

Además, el alcance de la normativa europea se restringe a las aguas territoriales, hasta 12 millas náuticas desde la costa. Más allá de este límite, en aguas internacionales, se aplica el Convenio sobre Aviación Civil Internacional de 1944, que no fue diseñado para la tecnología de drones. Esto añade una capa de complejidad a la operación de drones civiles en alta mar.

Con un presupuesto anual de alrededor de cuatro millones de euros, el programa de drones sniffers de la AESM representa un paso significativo hacia la mejora de la vigilancia ambiental en el sector marítimo. Aunque aún existen desafíos técnicos y regulatorios, la agencia confía en que el uso de drones seguirá evolucionando, permitiendo una vigilancia más efectiva y una reducción de la contaminación en los océanos.

En un contexto donde se prevé que la demanda de comercio marítimo crezca un 40 por ciento para 2050, iniciativas como esta son cruciales para mitigar el impacto ambiental y proteger la salud pública en las zonas costeras más vulnerables.

Con información de Más Información.